Los acontecimientos más relevantes de la historia han sido siempre acompañados por un símbolo, una bandera, que aunaba los sentimientos mutuos y servía como elemento de unión fraternal entre quienes la portaban y representaban. La carga escénica del momento de su izada ha servido y sirve en la actualidad como medio para transmitir los valores que sustentaron su implantación y reafirmarse como pueblo y nación. El poder de esta imagen ha generado fotogramas que perviven en el imaginario colectivo y que son un símbolo de los acontecimientos que lo rodearon: la Revolución Francesa, la proclamación de la República en España, etc. Sucesos que habitualmente se manifestaban como medio para superar una situación injusta padecida por un pueblo, con el fin de evitar la subyugación de los ciudadanos y vencer a la tiranía absoluta.
Ante la gravísima situación que vive Ucrania en la actualidad, nuestra propuesta busca el reconocimiento de su estado libre social, de su resistencia ante la barbarie y clama contra la gran injusticia que supone su invasión. Un llamamiento a la sociedad contemporánea y a sus políticas que se produce a través de una gran bandera suspendida en el aire que servirá como hito articulador y señalador de este paisaje productivo agrícola y de la propia región. Un sistema de llamamiento tomado de la misma cartelería publicitaria que utilizan muchos de los vinos españoles - Osborne, Tío Pepe o Sandeman - el cual ha llegado a conquistar la totalidad de su territorio. Una gran bandera como símbolo de la libertad, que en este momento se encuentra, como la propia realidad de Ucrania, descompuesta y enjaulada. Asimismo, sirve para reivindicar la acogida de refugiados, la solidaridad y la implementación de una nueva arquitectura como solución a esta emergencia humanitaria.
Autor: Nicolás Gutiérrez
Colaboradores: Isabel Artal, Laura Labarta